segunda-feira, 25 de fevereiro de 2013







El poema de Tlaltecatzin

En la soledad yo canto a aquel que es mi Dios En el lugar de la luz y el calor, en el lugar del mando, el florido cacao está espumoso, la bebida que con flores embriaga.
Yo tengo anhelo, lo saborea mi corazón se embriaga mi corazón, en verdad mi corazón lo sabe:
¡Ave roja de cuello de hule!, fresca y ardorosa, luces tu guirnalda de flores. ¡Oh madre! Dulce, sabrosa mujer, preciosa flor de maíz tostado, sólo te prestas, serás abandonada, tendrás que irte, quedarás descarnada.
Aquí tú has venido, frente a los príncipes, tú, maravillosa criatura, invitas al placer. Sobre la estera de plumas amarillas y azules aquí estás erguida. Preciosa flor de maíz tostado, sólo te prestas, serás abandonada, tendrás que irte, quedarás descarnada.
El floreciente cacao ya tiene espuma, se repartió la flor del tabaco. Si mi corazón lo gustara, mi, vida se embriagaría, Cada uno está aquí, sobre la tierra, vosotros señores, mis príncipes, si mi corazón lo gustara, se embriagada.
Yo sólo me aflijo, digo: que no vaya yo al lugar de los descarnados. Mi vida es cosa preciosa.
Yo sólo soy, yo soy un cantor, oro son las flores que tengo. Ya tengo que abandonarla, sólo contemplo mi casa, en hilera se quedan las flores. ¿Tal vez grandes jades, extendidos plumajes son acaso mi precio? 
Sólo tendré que marcharme, alguna vez será, yo sólo me voy, iré a perderme. 
A mi mismo me abandono, ¡Ah, mi Dios! Digo: váyame yo, como los muertos sea envuelto,
yo cantor, sea así.
¿Podría alguien acaso adueñarse de mi corazón? Yo solo así habré de irme, con flores cubierto mi corazón. Se destruirán los plumajes de quetzal, los jades preciosos que fueron labrados con arte. 

Fonte deste Lindo poema:
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/antropologia/musicprec/musicprec25a.htm
foto:Facebook

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